Edificios colapsados en Nepal.
Fuente: CNN.com
Hasta el momento casi 4.600 personas fallecidas. Más
de 9.000 heridos. Cerca de 8.000.000 de afectados a lo largo de Nepal y
1.000.000 de niños con necesidades de urgencia. Números que estremecen a uno
tanto como la tierra bajo los pies de los nepaleses, que sintieron en carne
propia el poder destructivo de un terremoto, el día sábado 25 de abril pasado
Las imágenes son desoladoras y escalofriantes.
Devastación, dolor e impotencia por doquier. Los que por suerte sobrevivieron a
los derrumbes durante el peor momento del terremoto, viven para sufrir la etapa
posterior a un desastre natural de esta magnitud. La crisis sanitaria, la falta
de preparación, la escasez de recursos y las omisiones del pasado. Omisiones que llegan al presente para juzgarnos.
Científicos, geólogos y diversos especialistas ya
habían previsto que un evento de esta magnitud podría llegar a tener lugar en
base a mediciones de campo y monitoreo que venían llevando adelante diferentes
miembros de la comunidad científica, ya que toda la región afectada (Nepal, India,
Tibet y el sector de la cadena del Himalaya) es una zona muy activa, motivo de análisis
permanente de la comunidad sismológica mundial.
¿Y que hizo Nepal al respecto siendo uno de los
países menos desarrollados del planeta? Lo mismo que hizo la pobre Haití en
2010. Presenciar impávidamente, con triste impotencia, su propia ruina. De
acuerdo a un informe de Ingenieros Sin Fronteras (Reino Unido) el 80% de las
construcciones en Nepal son informales, sin asistencia de ingenieros ni
controles de ninguna clase. También surge la necesidad de asistir luego del
desastre a través de caminos destruidos, con hospitales derrumbados, sin
energía eléctrica o con plantas de agua potable colapsadas. No debe sorprender
el resultado de esta mezcla terrible de vulnerabilidad y riesgo.
Realmente como ingeniero mucho se puede hablar de
la situación. Quiero poner solamente de relevancia algo para que el lector
piense y analice. Nosotros no somos Nepal, tenemos todas las posibilidades para
desarrollarnos en las medidas de nuestras posibilidades y sin embargo, muchos
eligen ser como Nepal o como Haití, no por falta de normas, no por falta de
ingenieros, ni por falta de estudios científicos relacionados, sino por
desconocimiento, por capricho, por costos y muchas razones más que tiene por
fin minimizar la fuerza de la naturaleza.
Conviene en este punto hacer la triste
comparación entre Haití y Chile. Haití, el país más pobre del mundo tuvo 200.000
muertos a causa del terremoto de 2010 y una ruina total. Un mes después Chile,
un país con una cultura sísmica ampliamente desarrollada y con recursos, bajo
el efecto de un terremoto que libero casi 200 veces más energía que el de
Haití, conto con 525 muertos y severos daños en su infraestructura.
Nepal se ha sumado este sábado a la penosa lista
de países como Haití. Debemos imperiosamente escuchar el mensaje de esa pobre gente que no tuvo otra opción, hacia los que si la tenemos. Queda en cada uno de nosotros hacer un examen de
conciencia y preguntarnos en que lista queremos estar cada vez que creamos que
la naturaleza no merece respeto.