Valencia, una ciudad vibrante y acogedora en el sureste de España, se ha convertido recientemente en el epicentro de un desastre de proporciones históricas. Las torrenciales lluvias causadas por un fenómeno meteorológico extremo conocido como Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) han dejado a la ciudad devastada. En cuestión de horas, barrios enteros, zonas industriales y espacios agrícolas se vieron cubiertos por las aguas, y los valencianos enfrentaron una tragedia que ha cobrado centenas vidas y causado pérdidas económicas superiores a los 500 millones de euros en infraestructuras, viviendas y negocios.
DANA, la causa natural del desastre
La DANA corresponde a lo que antes se llamaba "gota fría" en España, es un fenómeno en el que una masa de aire polar muy fría queda aislada y empieza a circular a altitudes muy elevadas (entre 5.000 y 9.000 metros). Luego, al chocar con el aire más cálido y húmedo estival del mar Mediterráneo, genera fuertes tormentas, sobre todo a finales del verano boreal y principios del otoño, cuando las temperaturas marítimas son más elevadas. Esta diferencia térmica genera una atmósfera inestable que desencadena en lluvias torrenciales e inundaciones severas.
En el caso de Valencia, y hablando en numeros concretos la lluvia que provocó este desastre es algo sin precedentes excedido de todo razonamiento analítico de planificación ingenieril. ¡La precipitación anual se concentro en casi 8 horas!. Los valores recogidos el 29 de octubre en la estación meteorológica de Turís (Valencia) suponen el récord de precipitaciones acumuladas en España, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), con una intensidad pico registrada de 184,6 mm/h. En la franja de 24 horas, el 29 de octubre la estación meteorológica recogió 771,8 mm, un valor totalmente fuera de contexto para un sitio cuya precipitación anual promedio acumulada entre 1981-2010 es de 510.7 mm.
Estado de la infraestructura
Ante este panorama extremo, resulta indispensable poner de relevancia que la catástrofe podría haber sido peor de no ser por la existencia de una obra de ingeniería ejecutada a mediados del siglo XX para proteger a la ciudad de inundaciones.
En 1957, un episodio similar desbordó el Turia, causando 84 muertes y daños significativos. Este evento impulsó el Plan Sur, que desvió el río hacia un cauce artificial de 13 kilómetros. Este megaproyecto, que terminó en 1969 y se considera una obra maestra de la ingeniería en España, también incluyó mejoras urbanísticas, nuevas instalaciones ferroviarias, nuevos accesos por carretera, la ampliación del puerto y del alcantarillado, readecuación del viejo cauce con la creación del Jardín del Turia y el desarrollo de infraestructura que impulsó el crecimiento económico de Valencia.
Sin embargo, desde aquella gran obra a la fecha, las inversiones de infraestructura hídrica no han crecido al ritmo de los eventos actuales: cambios climático con eventos extremos, cambio de uso de suelo de la cuenca o la expansión urbanística vertiginosa de una ciudad clave como Valencia (la tercera mas poblada de España).
De acuerdo a numerosos artículos periodísticos, a causa de esta presión urbanística detectada en la Comunidad Valenciana, se verifica que muchos barrios se han desarrollado en cursos de agua estacionales, usualmente secos, pero expuestos a crecidas. Desbordes previos, en la segunda mitad del siglo XX ya alertaban de este potencial suceso.
Por su parte, las alteraciones del suelo por intervenciones en la cuenca por la agricultura industrial, la expansión de regadíos o la imperbealización superficial, se presentan como acciones directas que, sin el debido control y segumiento de los organismos de regulación y control, han cambiado las condiciones de escurrimiento, reduciendo la infiltración e incrementando el potencial peligro de daños.
Entre la cuantiosa información disponible, resalta una nota de RTVE, donde catedráticos de ingeniería hidráulica de la Universitat Politècnica de València (UPV), señalan obras pendientes como proyectos de reforestación en la cuenca alta y obras de micropresas, laminación, encauzamiento y conexión con el nuevo cauce del Turia por medio de corredores verdes, pero no se han llegado a ejecutar.
Mas allá de todo estudio del fenómeno extremo, la realidad evidencia que hoy Valencia padece un combo crítico de gran densidad poblacional e industrial, con ocupación de zonas con potencial riesgo de inundación. Asi las cosas, hoy en día es impracticable cambiar esta situación y solo queda mitigar el riesgo razonablemente con obras y un cambio de mentalidad de la ciudadanía y de los sectores público y privado. Estos últimos, los dos grandes actores por su responsabilidad e impacto de sus acciones.
Sobre la prevención y las alertas. El rol de la ciudadanía
Pese a que la Agencia Estatal de Meteorología elevó al máximo su nivel de alerta en la mañana del martes 29 por la DANA, hay registros que señalan que las autoridades no adoptaron medidas excepcionales ante el suceso. Cuando Protección Civil envió un mensaje de alerta a los teléfonos móviles de los ciudadanos, el agua estaba descontrolada en varios puntos y muchos se aferraban a los árboles o se refugiaban en los tejados para salvarse de un torrente imparable.
En las semanas posteriores al evento, se evidenciaba que muchos murieron ahogados en los autos en que viajaban o incluso tratando de sacarlos del garaje para evitar que el agua los dañara. Todos los hechos indican que la gente siguió haciendo su vida normal, con personas desplazándose por calles y carreteras, cuando deberían haberse emitido órdenes de evacuación, desplegando las fuerzas de seguridad.
Por esta sensación de desamparo y acción tardía, surgieron numerosos reclamos airados contra el rey de España y las autoridades del gobierno regional y central por considerarlos responsables de no tomar medidas a tiempo. Una muestra más de la necesidad de una gestión eficiente objetiva manejada con criterios técnicos y cívicos antes que políticos. Ante una alerta temprana, una acción preventiva a partir de una decisión bien fundada, salva muchas vidas.
Impacto económico, sanitario y humano
La cifra preliminar de vidas perdidas asciende a 200 personas, mientras que cientos de familias se encuentran en albergues tras haber perdido sus hogares. Las empresas locales han reportado daños masivos en maquinaria, productos e infraestructura; muchas probablemente no podrán retomar operaciones hasta dentro de semanas o meses, lo cual compromete gravemente la economía regional. El sector agrícola, vital en esta región, enfrenta pérdidas superiores a los 100 millones de euros, ya que miles de hectáreas de cultivos quedaron bajo el agua.
Por su parte, la reparación de carreteras, puentes y sistemas de electricidad y agua requerirá una inversión de aproximadamente 200 millones de euros, y es probable que las autoridades necesiten ayuda adicional del gobierno nacional y de la Unión Europea para enfrentar los costos. A medida que se calcula el costo total del desastre, se estima que las pérdidas superarán los 500 millones de euros, una cifra que representa un enorme revés para la región.
Como toda catastrofe de este tipo, emergen otras crisis como la sanitaria. Los vecinos conviven con escasez de agua potable, el lodo podrido, los destrozos y el agua estancada, con daño en las infraestructuras claves. Otro aspecto es la crisis social que da via libre al peor comportamiento posible, habiendose registrado saqueos y rapiñaje. Todo ello implica un desvio masivos de recursos operativos del Estado hacia la ciudad caida.
Valencia: una leccion más.
Nuevamente, lo acaecido en Valencia demuestra la importancia de invertir en prevención y fomentar una conciencia colectiva sobre el entorno y los riesgos asociados. Para evitar que un evento natural se transforme en tragedia, no basta con construir obras; es necesario planificar con anticipación, realizar estudios exhaustivos para promover un entendimiento claro de las amenazas y desafíos que enfrenta una comunidad. Es fundamental que las sociedades reconozcan, con perfecta nitidez, tanto sus capacidades como sus limitaciones para abordar estos problemas.
Vivir bajo una constante espada de Damocles es una realidad compartida por todas las comunidades, conscientes de los peligros que las rodean. Por ello, las ciudades deben priorizar acciones estratégicas que mitiguen el impacto de fenómenos naturales ineludibles, para que no se transformen en catástrofes con pérdidas humanas, sociales y económicas.
Referencias
· https://efe.com/espana/2024-11-07/dana-valencia-record-historico-lluvia-espana/
· AVANCE CLIMATOLÓGICO DEL AÑO 2021 EN LA COMUNITAT VALENCIANA – Agencia Estatal de Meteorlogía AEMET - Delegación Territorial en la Comunitat Valenciana
· https://www.bbc.com/mundo/articles/cj6k5xk648zo
· https://www.bbc.com/mundo/articles/c774nn2krg5o
· https://elpais.com/espana/2024-11-02/ultima-hora-de-la-dana-en-directo.html
· https://www.rtve.es/noticias/20241105/ingenieros-denuncian-falta-inversion-obras-hidraulicas-era-catastrofe-anunciada/16315217.shtml