No debe existir un tema más emblemático para exhibir una paradoja del
avance tecnológico que el de los celulares. En efecto, sabemos que la
telefonía móvil representa un mercado que crece a pasos agigantados por
importancia y verdadero valor en las actividades que marcan el
desarrollo de la sociedad. De hecho, según la Unión Internacional de las
Telecomunicaciones, organismo experto en esta temática y cuyo estudios y
estadísticas son de referencia, afirmaba que a fines de 2013 los
celulares igualarían a la población mundial, vale decir cerca de 7.000
millones de unidades.
En Argentina, señala la UIT que tenemos
cerca de 1,3 celulares por persona con más de 50.000.000 de unidades
móviles. Lo que nos ubica en la mitad de tabla de los países
clasificados por cantidad de celulares, pero en el “top ten” de los
países con celulares por cantidad de habitantes.
Ahora bien, con
esa cantidad de celulares por habitante, cualquier espectador externo se
sorprendería del pésimo servicio con el que contamos en Argentina. Más
sorprendente aún resulta el hecho de que se venden teléfonos cada vez
más modernos, más caros y con más prestaciones, aún cuando la llamada se
corta permanentemente, los mensajes no llegan, o conectarse a internet
es casi una odisea que depende el humor de la red de telefonía móvil.
Sin
entrar en detalles técnicos específicos, es evidente que el problema no
está en los pobres equipos portátiles que muchas veces reciben
innumerables insultos y maldiciones, cuando no son lanzados con toda
furia contra el piso ante la incapacidad de contar con señal. El
problema principal es que no existe actualmente una infraestructura
adecuada para tener un servicio de calidad. Las empresas prestatarias
están interesadas en invertir más dinero en publicidad y marketing para
decir que el servicio es bueno, que en las antenas y equipos necesarios
para que, efectivamente, lo sea. A esto se suma la oposición de algunos
sectores contra la instalación de antenas de telefonía movil, muchas
veces usada como excusa a la hora de justificar la falta de inversión en
infraestructura.
He aqui la paradoja que planteo: somos uno de
los países con mayor número de teléfonos móviles por habitantes, pero
con menor densidad de antenas por cada celular. Mientras tanto, el único
hilo visible de esta madeja, son las empresas prestatarias que nos
siguen facturando por un servicio deficiente y ofreciendo celulares de
alta gama con una gran cantidad de prestaciones que nunca podremos
disfrutar en su totalidad o, mucho peor, no podremos usar cuando lo
necesitamos.
Quedamos presos de esta contradicción, que solo se
desentraña pensando seriamente este servicio como un Servicio Público,
estrictamente regulado y con los controles y cumplimientos ambientales,
normativos, legales y tarifarios que una comunidad del Siglo XXI
necesita en esta época para desarrollarse, trabajar, comunicarse y
acceder a la información.
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